jueves, 26 de noviembre de 2015

Macao: entre casinos y herencia portuguesa



Eclipsada en cierto sentido por su “hermana mayor” Hong Kong, Macao conserva una personalidad propia tanto arquitectónica como culturalmente, herencia de más de 400 años bajo administración portuguesa. Esta circunstancia convierte a la ciudad en el primer territorio chino en estar bajo dominio extranjero y el último en ser devuelto, en 1999.

En Macao cohabitan dos lenguas como oficiales; el chino [1] y el portugués, aunque la situación realmente es mucho más compleja que esto. Mientras casi el 95% de la población [2] habla chino [3] solo el 7% habla portugués [4] y unas 50 personas el criollo macanense. En los últimos años el inglés ha ganado mucha fuerza como segunda lengua y prácticamente todos los letreros y señales están también en esta lengua. También es notorio el aumento del mandarín, sobre todo en los casinos, habida cuenta de que muchos habitantes de la China continental se acercan a la región para probar suerte en el juego. Ya como anécdota personal al visitar la Universidad de Macao encontramos un bedel que no hablaba cantonés, portugués o inglés, tan solo mandarín, y con el que me pude comunicar gracias a que la persona con la que iba también hablaba el idioma.

 

Macao merece la pena sobre todo la pena por el contraste que supone con la vecina excolonia británica o con las ciudades continentales con las que linda y esa fusión entre Portugal y China que destila en sus calles antiguas es un soplo de aire fresco si se viene, por ejemplo, de la excolonia británica. A pesar de ser la región con mayor densidad de población del planeta parece mucho más tranquila e incluso limpia que Hong Kong. De todas maneras el trasiego diario y la llegada de nuevos habitantes pone contra las cuerdas a la pequeña ciudad, obligada a ganar terrenos al mar e incluso alquilar terrenos al continente.

Además de visitar el Centro histórico de Macao, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde hace diez años, con las ruinas de la Catedral de San Pablo, la Fortaleza do Monte o el cementerio protestante entre otros monumentos también se puede hacer un hueco para comer los deliciosos pasteles de Belém, otra de las herencias portuguesas y perderse por sus pequeñas callejuelas más tranquilas y libres del agobio del centro. También es interesante acercarse a la Torre de Macao para tener una panorámica de toda la ciudad sobre todo de noche cuando las luces de los casinos la hacen brillar.


Huelga decir que visitar alguno de esos casinos es algo obligado para ver in situ la locomotora de la economía macaense. Además de pasar un rato divertido, pero controlando nuestro dinero, uno puede asistir a espectáculos dantescos como parejas peleándose y culpándose mutuamente tras perder todo su dinero o a muchachos siendo conducidos “amablemente” por varios empleados fuera del recinto tras quejarse con vehemencia de trampas al haberlo perdido todo también. Como añadido, en uno de los más famosos, el Venetian, se puede disfrutar a gondoleros cantando en chino por sus canales, admirar las más exclusivas tiendas de ropa o cenar en alguno de sus múltiples restaurantes, algunos de ellos asequibles a bolsillos menos pudientes.


Quizás, en cierta manera, elevar Macao a la categoría de lugar imprescindible de visitar podría parecer algo exagerado, sobre todo para nosotros tan cercanos a la arquitectura y cultura portuguesa, pero esa fusión de ambos mundos hace que la experiencia general sea más que positiva.

[1] De igual manera que en la vecina Hong Kong el cantonés es el idioma oficial chino de facto.

[2] De algo menos de 650.000 personas.

[3] En esta categoría se suele englobar a todos los idiomas chinos sean cantonés, mandarín,  hokkien u otros.

[4] Sobre todo el dialecto portugués de Macao.