viernes, 28 de octubre de 2016

Visitando el Palacio Presidencial de Nanjing

Uno de los lugares que es imprescindible visitar en Nanjing es el antiguo Palacio Presidencial, sede oficial de la oficina del Presidente de la República de China desde 1927 hasta la derrota en la Guerra Civil China y su retirada a la isla de Taiwán [1].

El palacio, existente desde la Dinastía Ming, fue originalmente palacio de príncipes. Más tarde, en la Dinastía Qing se convirtió en la sede del Gobernador General de la zona de Liangjiang, ahora divida entre las provincias de Jiangsu, Anhui, Jiangxi y la municipalidad de Shanghái. Desde 1853 y tras la Rebelión Taiping el palació albergó al Rey Celestial hasta la caída del Imperio tras la victoria del Kuomintang y la proclamación de la República.


En la actualidad el palacio, es conocido como el Museo de Historia Moderna de China. Cubre la historia de la China continental en el siglo veinte, con especial énfasis en la época de la República de China (1912-1949) y la República Popular China (a partir de 1949).

Visitar el palacio es especial por varios motivos. Por ejemplo, se trata de uno de los pocos lugares en la China continental [2] en la que se puede ver la bandera de la República de China, así como fotografías y pinturas de Chiang Kai-shek, odiado por el Partido Comunista Chino desde la Guerra Civil hasta su fallecimiento en 1975, poco menos de año y medio antes que su archienemigo Mao Zedong.


El museo está compuesto de tres áreas: el Área central, el Área Oeste y el Área Este. En el central se encuentra la oficina del presidente mientras que en el área oeste se encuentran la oficina de la presidencia provisional de la República de China que ocupó Sun Yat-sen en 1912 y el jardín Xu.

Para un interesado en la historia china contemporánea visitar el palacio puede ser una buena oportunidad de adentrarse en un periodo fascinante y convulso del país asiático, aunque con las lógicas precauciones de no hacer demasiado caso a la propaganda. Incluso se puede combinar con un posterior (o anterior) viaje a Taipéi y visitar los mausoleos de Sun Yat-sen y Chiang kai-shek para comparar las diferentes visiones de la misma época.


 Más allá de visitar las oficinas, reproducidas a imagen de la época del gobierno nacionalista, se puede incluso bajar a uno de los bunkers utilizados en la guerra para defenderse de los bombardeos enemigos. Una experiencia interesante y ciertamente claustrofobica.

Pero lo mejor es terminar la visita en el jardín Xu, un bello jardín tradicional chino que originalmente  fue la residencia del segundo hijo del Emperador Yongle de la Dinastía Ming. Visitar este lugar, como casi cualquier jardín chino ofrece un oasis de paz en un país tan masificado. Y es que al menos, en mi visita, mientras la mayoría de gente se dedicaba a ver las pinturas, murales o las oficinas, pocos se adentraban en el bello jardín.

 
[1] Nanjing o Nankín fue la capital oficial de la República de China desde 1927 con el paréntesis de la invasión japonesa en la que la capitalidad fue trasladada a Chongqing (1937-46) y la retirada a Taiwán en 1949, convirtiéndose Taipéi en la ‘capital provisional’ del Estado.

[2] En la propia Nanjing se pueden ver en el Mausoleo de Sun Yat-sen y en el Memorial de la Masacre de Nanjing.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Changzhou: una China menos conocida

En el artículo de hoy hablaré de Changzhou, una ciudad poco conocida fuera de China, y a la que me unieron motivos personales que me hicieron viajar y residir allí pequeñas temporadas entre los años 2007 y 2010. Realmente Changzhou es una ciudad-prefectura, según la división político-administrativa china, y que equivaldría a lo que se entiende en Europa como área metropolitana. Así mismo se divide en cinco distritos y dos ciudades con una superficie total de 4385 km2.. En el último censo nacional en 2010 superaba los cuatro millones y medio de habitantes.


A pesar de su desconocimiento fuera del gigante asiático, Changzhou cuenta con varias universidades y prominentes escuelas secundarias y gracias a su industria se encuentra en el ranking de las ciudades más desarrolladas de la provincia de Jiangsu tras Suzhou y Wuxi. A pesar de la oficialidad única del mandarín el dialecto/idioma chino más hablado es el Wu, inteligible con los hablados en Wuxi, Suzhou y Shanghái.

 

Las épocas que más tiempo pasé en Changzhou fueron las estivales y como en toda la zona, desde Shanghái, el calor se tornaba insoportable debido en gran medida a la humedad, sólo aliviado por los aparatos de aire acondicionado. Al contrario en la ocasión que visite la ciudad en invierno el frío se metía dentro del cuerpo. El único equilibrio que pude encontrar fue en mayo-junio con una temperatura agradable aunque con la molesta compañía de unos pesados mosquitos pesados. Sin duda una zona de contrastes.
 
Llegar a Changzhou es muy sencillo desde Shanghái o Nanjing,la capital de la provincia. Desde la segunda ciudad más importante de la República Popular China podemos tomar trenes de alta velocidad desde primeras horas de la mañana hasta las 21 de la noche. Estos trenes suelen tener parada también en Suzhou y Wuxi y son recomendables por la rapidez del trayecto, apenas una hora. También se puede optar por el autobús o trenes normales pero la duración de tres horas lo hacen poco aconsejable, aunque siempre dependerá del presupuesto y tiempo del viajero.  Al disponer la ciudad de aeropuerto igualmente podemos optar por la vía aérea o llegar al de Wuxi que se encuentra tan sólo a 60 kilómetros.

 

En cuanto a los atractivos para el viajero por citar algunos tenemos el templo Tianning con la pagoda más alta del mundo, siendo  también la estructura de madera más alta con sus 13 pisos y 135,79 metros de alto. La pagoda actual fue terminada en 2007 pero la historia de construcción y destrucción de la misma abarcan 1350 años. Otro de los lugares interesantes es el Callejón de los Peines y el puente que lo corona. Los peines fabricados en Changzhou precisamente son muy reconocidos tanto en su uso práctico como en el de elementos de artesanía y decoración.


Por último tenemos el China Dinosaur Park (o China Dinosaur Land), que combina un museo dedicado a estos seres con una colección de huesos y fósiles encontrados en toda la geografía china y un parque de atracciones inmenso para toda la familia con las consabidas atracciones y piscinas ideales para pasar un refrescante verano o un entretenido invierno. Visitar Changzhou (u otras ciudades menos conocidas) es una manera de visitar China un poco más alejados de los lugares más frecuentados por turistas internacionales. 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Tai O, pequeño paraíso pesquero

Hong Kong es una ciudad especial, tanto en el plano político como en el económico. Una ciudad que no llega a ser un Estado independiente como Singapur pero que mantiene una identidad e idiosincrasia propias que la diferencian con el resto del país al que pertenece, la República Popular China.

La imagen de Hong Kong, cuna de un capitalismo de primer orden, se ha popularizado en las últimas décadas por sus fastuosos edificios y construcciones que emergen en gran parte en terreno ganado al mar de China por el escaso espacio de la ciudad. Esa imagen tan icónica que nos ha llegado en gran parte gracias a reportajes y películas es completamente cierta, pero Hong Kong es mucho más si uno tiene tiempo y ganas de explorarla.


En el artículo de hoy nos acercaremos a Tai O, una villa costera localizada en la pequeña isla del mismo nombre y enclavada en el extremo oeste de la isla de Lantau a la que pertenece. Llegar a Tai O no es difícil, en mi caso tome el metro hasta la estación Tung Chung y al lado de la misma un autobús hasta la terminal de la villa. El viaje dura aproximadamente una hora.
 
Tai O es el hogar de los tanka, una comunidad de pescadores que ha ido construyendo sus casas sobre pilotes por encima de las llanuras de marea de la isla.  Curiosamente han hecho que se interconecten entre ellas creando una comunidad muy unida. Hasta la llegada de los británicos los tanka eran los únicos habitantes de la zona por generaciones aunque con el paso de los años habitantes de otras partes de Hong Kong se han ido asentando también en la zona.

Desde luego la visita, a pesar de que no faltarán turistas, se puede considerar un ejercicio para purificar el cuerpo del bullicio y agobio que se respira cada día en la ciudad y su frenético ritmo de vida. Como es habitual en tierras chinas tocaba visitar algún templo autóctono, así que el elegido fue el de Kwan Tai, el más antiguo, fechado en 1488, y dedicado al dios de la guerra taoísta cuyo origen data de la época de los Tres Reinos.


Luego tocaba el paseo de rigor por los puestos de pescado degustando ejemplares muy ricos, sobre todo los calamares. Tras llenar el estómago lo que tocaba era visitar el propio pueblo y esa original construcción que posee la población, intentando no enfadar a los perros guardianes que ya de por si tenían cara de pocos amigos aunque felizmente ninguno de ellos llegó a pasar de los ladridos. Antes de volver a coger el autobús se terciaba una visita por las inmediaciones del lugar, un bucólico paisaje rodeado de mar y de montañas que dejaba una sensación de completa paz.

En definitiva Tai O es un lugar muy interesante que merece la pena conocer tanto para desconectar de la parte más “glamurosa” de Hong Kong como para conocer la Región Administrativa Especial con más profundidad.

miércoles, 27 de julio de 2016

Sudeste Asiático: visados y exenciones

Viajar por el Sudeste Asiático para el poseedor de un pasaporte español es bastante sencillo ya que en varios de los países de la zona no necesitamos visados o son fáciles de obtener a la llegada. Sin duda lo mejor es estar exento de necesitar visado, tanto por el ahorro económico, nada desdeñable, como por el poder librarse de alguna cola de más. En el post de hoy hablaré de mi experiencia en varias de esas fronteras.


Desde el pasado año 2015 Indonesia aplica la exención de visado a los ciudadanos españoles bajo una serie de condiciones como son la imposibilidad de prorrogar la estancia de 30 días, cambiar el estatus del permiso de estancia y poseer billete de vuelta o viaje a un tercer país. Una de las medidas más polémicas y de la que nacionales españoles se han quejado ha sido de la imposibilidad de salir por un puerto diferente al de la entrada lo que dificulta la posibilidad de hacer rutas más cómodas. Anteriormente el visado de entrada costaba 30 dólares estadounidenses y aún se puede pedir si el pasajero quiere evitarse problemas. A pesar de los requisitos, en ninguna de las dos ocasiones que entré con la exención de visado me pidieron billete de salida.
Más sencillo es aún Singapur ya que la estancia sin visado es de 90 días y nuestro pasaporte no nos dará más problema que el tiempo de espera dependiendo de la cantidad de gente que haya en las colas de inmigración. Afortunadamente la eficacia singapurense hace que no se convierta en una experiencia traumática como si puede llegar a ser la salida por tierra. Si uno tiene esta idea mi recomendación es evitar el Malaysia–Singapore Second Link con los puestos de control Tuas, del lado singapurense, y el Sultan Abu Bakar CIQ Complex, del lado malasio, y optar por salir por el puesto de control de Woodlands hasta el Sultan Iskandar Building, mucho menos transitado y más sencillo de acceder. Mi experiencia en el primero es de estar más de una hora esperando y casi llegando a perder el autobús que me llevaba a Kuala Lumpur mientras que en el segundo tan solo me llevó unos minutos.


Entrar en Malasia es tan sencillo como a Singapur en el aspecto de sellado de pasaporte ya que los españoles también tenemos la exención de visado pudiendo estar hasta 90 días en el país. Ninguna de las tres veces que he estado allí he tenido problemas a la entrada aunque si que una de las veces lo tuve a la salida. Ni en la salida hacia Tailandia ni hacia Indonesia me pusieron ningún problema pero cuando viajé de Kuala Lumpur a Phnom Pehn, la aerolínea de bandera, Malaysia Airlines, me obligó a comprar un billete de salida de la capital camboyana frustrando mis planes de salir de Camboya hacia Tailandia por tierra. A pesar de tener tarjetas de crédito y medios suficientes fue imposible y tuve que comprar un billete. Por supuesto no fue a ellos sino a una compañía con la tarifa más barata.


Irónicamente, a la llegada a Camboya, país en el que si necesitamos visado [1], no me pidieron ningún billete de salida, ni aéreo ni terrestre. Incluso en mi segunda visita al país jemer tampoco fui requerido a ello. En la frontera camboyana la dificultad es pequeña, tan solo rellenar un formulario, dejar una foto y previo pago de 20 dólares estadounidenses ya tiene uno su visado valido por un mes. La salida es mucho más sencilla y bastante rápida, sea por el aeropuerto de la capital o por el ubicado en Siem Reap.

En cuanto a Tailandia todo depende de si uno entre por tierra o por aire. Mientras que por aire a la llegada se nos permite una estancia de 30 días, en el caso de la vía terrestre eso se reduce a 15. No hay mayor problema si uno desea quedarse más tiempo, solo tiene que salir del país y pasar un par de días fuera o aprovechar para visitar otros países de la zona como yo hice. Lo máximo que uno puede necesitar es tener un billete de salida.


Y acabo mi repaso con el lugar más complicado en el tema de visado que he visitado en el Sudeste Asiático, que no es otro que Myanmar, la antigua Birmania. En este caso es imposible visitar el país sin haber obtenido un visado previo [2] a la llegada. En mi caso me lo hice en la embajada birmana ubicada en Bangkok y la mecánica en bastante sencilla, rellenamos el formulario con nuestra dirección o direcciones en Myanmar, adjuntamos un par de fotografías y pagamos. Hay varias opciones de visado; urgente para recoger el mismo día, otro para el día siguiente o el más económico, para el que hay que esperar tres días. En mi caso, al no tener prisa, yo opté por la última opción pagando 810 baht (unos 20 euros). El visado es valido para permanecer 28 días en el país y no hay mayor problema en inmigración ni a la entrada ni a la salida.


[1] También se puede obtener un visado electrónico (e-Visa) en la página web del Ministerio de asuntos exteriores y cooperación internacional del Reino de Camboya: https://www.evisa.gov.kh/

[2] Como en el caso de Camboya, se puede obtener un visado electrónico (e-Visa) a través de la página web del Ministerio de trabajo,  inmigración y población de la República de la Unión de Myanmar: http://www.evisa.moip.gov.mm/index.aspx

miércoles, 22 de junio de 2016

Koh Larn, una joya al sur de Pattaya

Koh Larn, como es más conocida, o Ko Lan, según el sistema oficial de transcripción, es la isla más grande al sur de Pattaya. Separada de ésta por solo 7 kilómetros, la isla pertenece administrativamente al distrito de Bang Lamung, también provincia de Chonburi.


Para llegar a Koh Larn hay dos opciones; ferris públicos que salen desde el muelle Bali Hai y cuyo trayecto dura unos 40-45 minutos o lanchas rápidas que lo hacen en unos 15 minutos aunque con un coste mucho mayor, dependiendo del tamaño de la embarcación y de los pasajeros. Estas lanchas se pueden encontrar en la playa de Pattaya y Jomtien aunque siempre es recomendable económicamente tomar el ferry. Hay que tener en cuenta que los ferris quedan fuera de servicio al anochecer así que si alguien quiere hacer una excursión de un día tiene que tener cuidado para no quedarse atrapado una noche entera en la isla. Por el contrario, quien tenga previsto quedarse a dormir  no tendrá dificultad para encontrar alojamiento de todo tipo y precio dependiendo de su cercanía a las playas o servicios que ofrecen. Aún así los precios son algo más elevados a la media de lo que se puede encontrar en la vecina Pattaya.


Lo primero que uno ve al llegar a Koh Larn, e incluso antes ya en el ferri, es la masificación turística que se mueve en la isla, tanto de turistas nacionales como extranjeros. Afortunadamente es posible visitar alguna de las playas y tener cierta tranquilidad ya que el amplio número de playas hace que la gente se divida entre ellas y rebaje la sensación de agobio.

 

Koh Larn tiene seis playas principales aunque sin duda la más importante, desarrollada y recomendable para tomar el sol o nadar es la playa de Tawaen, con aguas cristalinas y flanqueada por una gran cantidad de tiendas, restaurantes o pequeños puestos de comida con especial énfasis, claro ésta, en el pescado, delicioso recién cocinado. Asimismo Tawaen dispone de un muelle al que llegan ferris para mayor comodidad del turista. Llegados a este punto recomiendo alquilar una moto, sobre todo por la libertad de decidir dónde ir a cada momento, ya que las playas están alejadas entre si. Como siempre en Tailandia el rango de precios depende de dónde se alquilen pero se pueden encontrar por 200 baht diarios (unos 5 euros al cambio).

 

Además de la principal atracción, que lógicamente son las playas, en el punto más alto de la isla y cercano a la propia Tawaen se encuentra un templo budista desde el que se pueden ver las mejores vistas de la isla tanto hacia la cercana Pattaya como al vasto océano bajo la atenta mirada de una gigante figura budista. Y por la noche en pleno centro neurálgico de la isla se encuentra un mercadillo nocturno de comida en el que se puede degustar todo tipo de pescado mientras se es atendido por vendedores locales y sus trabajadores birmanos.

jueves, 26 de mayo de 2016

Nara: entre ciervos y templos

Situada en la región japonesa de Kansai, la ciudad de Nara es la capital de la prefectura del mismo nombre y que en el periodo comprendido entre los años 710 y 784 fue capital del país nipón. La ciudad se encuentra a poca distancia en tren, entre 35 y 45 minutos, de las dos grandes ciudades de la zona, Osaka y Kioto, con frecuencias de paso cada media hora aproximadamente y pudiendo enlazar con los Shinkansen hacia o desde Tokio.


De las ciudades que he visitado en Japón sin duda Nara es la más limpia de todas ellas, y eso es mucho decir dada la calidad de la limpieza urbana en todo el país. Otro de los platos fuertes es la tranquilidad que desprende lejos de las aglomeraciones de las grandes ciudades niponas. Como apunte que puede sacar de algún apuro es el servicio de wi-fi gratuito municipal que funciona y con una calidad envidiable en gran parte de la ciudad.

 

Pero las grandes atracciones de la ciudad son los numerosos templos y los ciervos sika, quienes campan a sus anchas por los parques del área verde de Nara. Estos ciervos son un icono de la ciudad y no es extraño ver por cualquier tienda muñequitos o figuras que recuerdan a estos animales. A pesar de los consejos que hay en forma de carteles sobre los posibles peligros que pueden provocar estos animales, en la práctica son bastante dóciles y se dejan tocar e incluso “piden” comida al visitante ya que hay puestos en los que se venden unas galletas hechas por los propios vendedores y que los animales devoran en un santiamén.

 

Otro de los lugares de interés que visitamos durante el viaje fue el templo Todai-ji (Gran Templo del Este), reconstruido dos veces y aunque más pequeño que el original sigue siendo la estructura de madera más grande del mundo. Allí se encuentra el Daibutsu (Gran Buda) de bronce de Nara, la estatua de Buda más grande de Japón con sus 16 metros de altura, que impresiona a la vista. Para acceder a esta maravilla previamente se habrá tenido que pasar por Nandaimon, la Gran Puerta del Sol. No está de más decir que en todo el recinto continuaremos encontrando ciervos sagrados, así que en una visita a Nara será imposible no ver estos animales si se adentra uno en la zona antigua y verde de la bonita ciudad.

 

Como resumen si uno quiere ver templos, bucear en la historia japonesa y respirar un ambiente mucho más tranquilo lejos de las habituales aglomeraciones del país nipón Nara es una de las mejores opciones disponibles y su cercanía y comunicación con grandes ciudades hacen que se pueda elegir si quedarse unos días o simplemente hacerle una visita fugaz.

jueves, 28 de abril de 2016

Choeung Ek, el campo de la muerte

Si en un artículo anterior visitamos el Museo de los crímenes genocidas Tuol Sleng, más conocido como la infame prisión secreta S-21, en esta ocasión nos iremos hasta Choeung Ek, uno de los aterradores Killing Fields (Campos de la Muerte) en el que entre 1,7 y 2,5 millones de camboyanos perdieron su vida a mano del régimen gobernado por Pol Pot entre asesinatos, enfermedades e inanición.
 

El término Killing Fields fue acuñado por el periodista Dith Pran al escapar de la Kampuchea Democrática tras sufrir torturas y la falta de alimentación. La película de 1984, titulada de igual manera, The Killing Fields (Los gritos del silencio en España) se basa en esos tenebrosos años del genocidio camboyano. Como apunte, Haing S. Ngor, el actor que interpretó a Pran en la película y que consiguió el Oscar por ese papel, también fue prisionero de los Jemeres rojos.

Tras sufrir las torturas en el S-21 los prisioneros eran trasladados a estos campos para ser ejecutados, siendo el más importante de ellos Choeung Ek, situado a unos 17 kilómetros al sur de Phnom Penh [1] y convertido ahora en un Memorial para honrar a las víctimas. Llegar a Choeung Ek es sencillo cogiendo los consabidos tuk tuk y no es difícil llegar a un acuerdo para que el trayecto de ida y vuelta y el tiempo de espera del conductor salga económico. Una vez allí hay que pagar una entrada de 6 dólares estadounidenses con audioguía incluida y en este caso concreto es muy interesante pues va detallando paso a paso los lugares de manera muy concreta y con testimonios. Uno de los idiomas disponibles en esta audioguía es el castellano.

 

Al entrar en el  complejo y tras unos breves pasos, nos encontraremos con una estupa budista que corona el lugar. En esta estupa se conservan cinco mil cráneos de víctimas que los visitantes pueden observar directamente a través de los cristales. También se encuentran expuestos objetos utilizados para los asesinatos como hachas o azadas. Continuando con la visita y si atendemos a la secuencia descrita en la audioguía veremos un sinfín de fosas comunes y estructuras con carteles explicativos de los huesos y fragmentos que se encontraron en cada lugar. Cuesta creer mientras caen algunas lágrimas que en un lugar tan verde y lleno de naturaleza el ser humano pudiera cometer tanta brutalidad y violencia.
 
Para terminar, en Choeung Ek podemos entrar a los pequeños museos en los que veremos fotografías y ropas tanto de los Jemeres rojos como de sus víctimas así como de nuevo cráneos y restos en un eterno recordatorio de uno de los mayores genocidios de la historia reciente.



[1] Nom Pen, según señala la “Ortografía de la lengua española, 2010, pág. 722”. He optado por dejarlo con el original Phnom Penh por mi costumbre personal y por ser la más reconocida a nivel general.